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Muchas son las complicaciones derivadas del VIH – SIDA debido a que el sistema inmunológico se debilita de tal manera que casi cualquier infección habitual puede tener desenlaces fatales.
Entre las complicaciones más frecuentes están las neumonías, las infecciones pulmonares por hongos, candidiasis en la boca, el esófago y la tráquea, cáncer de cuello uterino (en mujeres), retinitis por citomegalovirus (que termina en pérdida total de la visión), sarcoma de Kaposi (una variante del cáncer de piel), linfoma no Hodgkin (un tipo de leucemia), tuberculosis, salmonelosis, toxoplasmosis, entre muchas otras más enfermedades infecciosas y trastornos psicológicos.
El SIDA (la enfermedad sexual por excelencia) es producida por un virus, el Virus de la Inmunodeficiencia Humana o VIH.
Este virus invade los tejidos del organismo, viajando por el torrente sanguíneo. No obstante, tiene especial predilección por los linfocitos T CD4+, las células encargadas de identificar microorganismos patógenos (como bacterias, hongos u otros virus) y producir su muerte, manteniendo a raya las infecciones.
Cuando el VIH invade estas células, el nivel de defensa del organismo ante nuevas infecciones cae y se produce un debilitamiento sistémico.
Cualquier infección normalmente neutralizada (como una gripe, por ejemplo) puede evolucionar hasta niveles potencialmente peligrosos para el organismo.
Según observaciones minuciosas en pacientes con VIH, el SIDA (o sus signos y síntomas asociados) comienza a tener lugar cuando la carga celular de linfocitos T CD4+ cae por debajo de los 200 por micro - litro de sangre.
Esto es en la mayoría de los casos. Sin embargo, este fenómeno puede ser diferente de persona a persona, especialmente si ha padecido enfermedades inmunológicas como el Lupus Eritematoso Sistémico (o LES).