Estos síntomas, junto con algunos otros que pueden estar alrededor de la esfera sexual como problemas de erección o trastornos de la eyaculación, nos deben hacer buscar si hay alguna presencia de una patología prostática, (sea benigna o sea maligna).
Uno de los marcadores más sensibles de la posibilidad de que haya un cáncer de próstata es el PSA, el antígeno prostático específico.
Un PSA por encima de 3 o 4 nanogramos por decilitro nos puede indicar que podría haber algún problema neoclásico o algún cáncer de próstata.
Obviamente no todos los PSA elevados van a ser provocados por un cáncer de próstata y es la exploración física, el tacto rectal y algunas exploraciones complementarias como la resonancia multiparamétrica o la propia historia clínica del paciente las que nos van a orientar a qué es el PSA sea elevado por causas tan simple como por ejemplo una infección, una prostatitis o que sea secundario a una neoplasia de próstata.
Una vez que tenemos diagnosticado al paciente con cáncer de próstata, podemos ofrecerles diferentes alternativas de tratamiento que van a ir desde la radioterapia, braquíterapia hasta la cirugía. Dentro de la cirugía tenemos a su vez también diferentes posibilidades.
Podemos ofrecer una cirugía abierta de prostatectomía radical, una cirugía laparoscópica de prostatectomía radical o una prostatectomía radical robótica, es decir, utilizar el Da Vinci para hacer esas prostatectomía radical.
Será la entrevista con el paciente y la oferta de la mejor opción juntamente con el paciente cuál es el mejor tratamiento para concretamente su caso, para el caso de ese paciente en concreto.
