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Si la infección con virus del herpes simple tipo 2 no tiene un tratamiento adecuado durante un tiempo muy prolongado o por otro lado, la persona padece de alguna enfermedad inmunodepresora (como el VIH), pueden ocurrir complicaciones potencialmente mortales.
Dentro de las complicaciones más comunes están la meningitis aséptica y el herpes neonatal.
En realidad, es un tanto dificultoso prevenir que un niño recién nacido con madre infectada no adquiera la enfermedad.
En todo caso, dentro del control prenatal existen pruebas para descartar esta infección debido a los grandes riesgos que acarrea para la vida del recién nacido.
Si la mujer gestante desarrolla síntomas similares al herpes genital (o lo ha padecido anteriormente) es recomendable el parto por cesárea, para evitar que el recién nacido tenga contacto directo con los órganos genitales femeninos.
Además, este grupo de pacientes (mujeres embarazadas) pueden recibir tratamientos con medicamentos antivirales a partir de la semana 36 de gestación.
Antes de este periodo, existe riesgo de daño fetal.
No son recomendables. Sin embargo, será el médico tratante el encargado de dar indicaciones específicas para que el paciente mantenga relaciones sexuales con un riesgo disminuido de transmisibilidad.