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Si tienes un hijo varón de unos dos o tres años de edad (quizás tenga unos años más o unos años menos) y percibes que siente molestias al orinar, tiene inflamado el área del glande o hay dificultad para retraer el prepucio, puede que tu hijo padezca de fimosis. Estos síntomas pueden hacerse visibles aún en la etapa de adolescencia.
O bien, eres tú el que presenta problemas a la hora de tener relaciones sexuales (sientes dolor durante el coito), sufres de recurrentes infecciones urinarias o simplemente te cuesta descubrir la cabeza del pene, eres uno los pocos casos de fimosis que persisten en la edad adulta.
Ante cualquier caso, lo idóneo es recurrir a un médico especialista, acorde a la edad (un pediatra para tu hijo o un urólogo/andrólogo para ti).
Puedes estar tranquilo por el futuro de tu bebé, que no existe una asociación directa entre la presencia de fimosis y problemas de fertilidad; en teoría, un problema de los genitales externos masculinos (fimosis) no debería producir merma en el proceso de espermatogénesis (en el que se producen los espermatozoides), dentro de los testículos.
No obstante, de forma muy indirecta, una fimosis de tipo absoluta podría dificultar de alguna u otra manera una normal eyaculación, y por ende, una eventual fertilización.

Tampoco existe una relación directa entre el tamaño del pene y la presencia de fimosis, sin embargo, poseer un prepucio corto, poco retraíble o muy estrecho, podría disminuir un par de centímetros de longitud.
Sucede con frecuencia que, luego de intervenciones quirúrgicas de fimosis (o con el uso con esteroides tópicos), el pene puede presentar un ligero y aparente aumento de tamaño.
Aunque extremadamente raros, también nos han llegado casos opuesto a nuestra consulta de Sevilla: que tras una operación el pene se acorte en algún centímetro y la tirantez existente en la erección evidencie que los puntos de sutura se han practicado en un lugar erróneo (poco natural) que debe ser corregido mediante faloplastia (principalmente mediante pequeños injertos que rebajen la tensión en los tejidos). Este tipo de casos ya son más cercano a la negligencia médica, y como decimos es muy poco usual.
El periodo de recuperación de una circuncisión (y del resto de intervenciones quirúrgicas para tratar la fimosis) suele ser, cuando mucho, unos 10 días. Esto es, el tiempo que tarda la herida en sanar y absorber (caerse) los puntos de sutura.
En ese periodo de tiempo, lo recomendable es no realizar actividades físicas intensas (como salir a correr o montar en bicicleta) ni tener relaciones sexuales con penetración para prevenir que la herida se abra nuevamente y debas repetir el proceso (sin contar que sería muy doloroso).
Puedes tener relaciones sexuales con penetración siempre y cuando conozcas bien tu cuerpo y los límites a los que puedes llegar, de lo contrario, podrías lesionarte el prepucio o el mismo glande.
Muchos hombres con fimosis no tratadas tienen una vida sexual activa sin problemas. Una adecuada lubricación es indispensable a la hora de una relación sexual, y puede que aún más en este caso.
No, el frenillo corto (también conocido como frenillo breve) es una condición que se produce cuando el frenillo, una banda de tejido que conecta la porción ventral del prepucio con el glande, tiene una longitud corta o es poco elástico y por esa razón, es difícil retraer el prepucio.
En muchos casos, el frenillo corto puede ir acompañado de fimosis agravando a este último. El tratamiento más utilizado corresponde a una intervención quirúrgica: la hendidura ventral o subincisión.
La balanitis (inflamación del glande) y la balanopostisis (inflamación del glande y el prepucio) son afecciones que en la mayoría de los casos tienen causas infecciosas, es decir, producidas por hongos o bacterias. Estas enfermedades inflamatorias del glande (y del prepucio) también pueden originarse en traumatismos o lesiones.
Por ende, el tratamiento suele corresponder a antibióticos en pomada/crema u orales.
Una circuncisión (extirpación quirúrgica del prepucio) por tanto no tendría efectos relevantes en tratamiento de una balanitis o una balanopostisis causadas por infecciones. A menos de que esta cirugía pueda reducir la compresión de estas estructuras anatómicas producidas por un prepucio estrecho, propio de los casos más crónicos de estas enfermedades.
Las ventajas de realizar este tipo de intervenciones quirúrgicas en centros médicos privados en contraposición a los centros de salud de la sanidad pública, son los cortos tiempos para llevar llevar a cabo el tratamiento (alrededor de 24/48 horas, mientras que en los de la Seguridad Social podrían pasar semanas o meses antes de comenzar) y la calidad del tratamiento, no sólo desde el punto de vista médico, sino también desde el punto de vista estético, sobre todo en casos en los que haya que recurrir a la cirugía.
Asimismo, en un centro médico privado podrán brindarte una atención más personalizada, confidencial y adaptada tus necesidades.
Una circuncisión es parcial cuando en esta no se corta de manera total el prepucio, dejando una pequeña porción recubriendo al glande, o bien, hablamos de que es total cuando se retira todo el prepucio, dejando al glande completamente expuesto.
Sin embargo, se considera que la circuncisión total es mejor con respecto a la parcial ya que existe menor riesgo de desarrollar un anillo fibrótico con el tiempo alrededor del glande.
Sea cual fuere el caso, existen criterios clínicos y estéticos destinados a elegir la mejor opción de forma individualizada, pues cada caso es particular y hemos de tratarlo en consulta con la profundidad y el detenimiento que merecen.